Es un chiste manido: “¿Paseas al perro o el perro te pasea a ti?”. Y si tu amigo es de los que avanzan dando tirones, lo habrás escuchado más de una vez. ¿Cómo paliar esta situación y aprender a usar la correa del perro?

Con independencia de que utilices arnés o collar, debes entender una cosa. Aunque debe pasear atado, al usar la correa del perro no queremos ‘encadenar’ a nuestro amigo, sino protegerlo.

La finalidad es garantizar su integridad física, sabiendo dónde se encuentra en todo momento y hasta dónde puede llegar. Por el contrario, llevar al animal suelto puede ocasionar problemas con otros animales, niños,… Y para ellos mismos, en un entorno poco amigable, con mucho tráfico, etc.

Problemas físicos

No obstante, la forma más habitual de usar la correa del perro –ir dando tirones para que no se acerque a algo, para que se detenga, siga o cambie de dirección- no es la correcta. Acaba cansando a los dos y poniéndonos muy irritados y nerviosos.

Por otra parte, los animales que caminan con una tensión constante en el collar y la correa sufren problemas físicos. Primero, porque avanzan con una postura forzada que provoca daños musculares y articulares.

Segundo, porque el cuello es una zona con muchos nervios y arterias. Y cualquier alteración en la misma puede traducirse en contracturas, ahogos, problemas de tiroides o lesiones en las vértebras, por ejemplo.

Y tercero, porque los tirones causan dolor y si este se cronifica, puede alterar la conducta del perro.

Tampoco podemos olvidar que al otro extremo de la correa estamos nosotros. Nuestra postura y, por lo tanto, nuestro cuello y espalda, también se ven afectados.

Usar la correa del perro de manera inadecuada también interfiere en la comunicación de este con otros animales. Los encuentros por la calle son más bruscos, al tirar de la misma. Esto va incrementando los niveles de estrés y los conflictos.

Enseñar al cachorro…

¿Cómo paliar estos problemas y usar la correa del perro adecuadamente? Lo mejor es que nuestra mascota aprenda desde un principio a no tirar de la correa. Para ello, debemos educarlo de cachorro.

Tenemos que pasear con él intentando mantener la correa sin ninguna tensión. Es decir: en el momento en que notamos tensión en la misma, paramos.

Si el perrito se para, paramos también, y no damos tirones. Y si queremos alejarle de algo, le animamos a cambiar de dirección usando un trocito de comida o golosina.

Este aprendizaje requiere calma y mucha paciencia.

… y al perro adulto

¿Y si nuestro perro ya es adulto tira de la correa? En este caso, tendremos que actuar en varios frentes.

Visitaremos al veterinario, para que evalúe posibles lesiones y si nuestro amigo sufre dolor crónico. Tratar estas dolencias bajará sus niveles de estrés. Si utiliza collar, lo cambiaremos por un arnés, que ejerce presión sobre el pecho en vez de sobre el cuello.

Finalmente, tendremos que enseñar al perro a no tirar de la correa. Para ello, podemos emplear algunos trucos. Antes de salir de paseo, podemos jugar un rato con el perro de forma activa –con una pelota, p.e.-. Así estará menos ansioso al dar el paseo.

No debemos engancharle la correa si está ladrando o saltando. Solo cuando esté quieto. Esto servirá, también, para que esté más relajado.

Es importante que la correa no sea muy corta -obliga al animal a tirar- ni muy larga –le permite coger velocidad y llegar al final bruscamente-.

Una vez en la calle, debemos llevar algún premio para nuestro amigo. Por ejemplo, golosinas que le daremos cada 3 o 4 pasos que camine a nuestro lado. Y que iremos espaciando y reemplazando por felicitaciones y caricias.

Es importante controlar el ritmo de la caminata. Si vamos muy despacio, es difícil que nuestro amigo se adapte al mismo.