¿Sabes cómo asistir a tu perro o gato en una situación de emergencia? Unas nociones básicas de primeros auxilios para mascotas pueden ayudarnos, hasta que contactemos con el veterinario. Y marcar la diferencia entre la vida y la muerte del animal, en casos graves.

La finalidad de las mismas es mantener a nuestro amigo a salvo mientras llega el médico. Nunca sustituir la labor del profesional con nuestra intervención. Y un buen consejo es tener en casa un botiquín de mascotas, con guantes, bozal, pinzas… y aquello que nos recomiende el veterinario.

Bloqueo respiratorio y ahogo

Nuestro amigo puede atragantarse con un hueso, un juguete o piezas pequeñas que obstaculicen su respiración. Aquí, el objetivo de los primeros auxilios para mascotas es que dicho objeto salga sin dañar al animal.

Si podemos ver el objeto, intentaremos extraerlo con ayuda de unas pinzas y de otra persona que inmovilice al animal. Pero si no podemos, estamos solos o está demasiado profundo, tendremos que practicar la maniobra de Heimlich.

Nos colocamos detrás de la mascota, la ponemos de pie y hacemos una fuerte compresión bajo sus costillas, con nuestros brazos alrededor de su torso. Repetimos la maniobra hasta que salga el objeto. No dejes de avisar y de llevarla al veterinario. Puede necesitar respiración artificial e, incluso, resucitación cardiopulmonar.

Otro problema que puede surgir es el ahogo, cuando nuestro amigo traga mucha agua y parte de ella se va al tracto respiratorio. Cuando suceda, lo levantamos de sus patas traseras para que ésta salga de los pulmones.

Inmovilizar al animal

Como hemos visto, en primeros auxilios para mascotas es fundamental aprender a inmovilizar al animal. Así podremos realizar la intervención con seguridad, sin que se haga más daño o nos lo haga a nosotros.

En el caso de un perro, lo primero es cerrarle la mandíbula con un bozal para evitar que nos muerda. Hay que hacerlo ante cualquier emergencia, salvo obstrucción respiratoria o en la garganta.

El segundo paso es inmovilizar a nuestro amigo, bien de pie, agarrándolo con nuestras piernas; bien tumbado, sujetándolo de la piel de la nuca.

Esta última maniobra es la que se emplea también con los gatos. Cuando los sujetamos firmemente de la piel de la nuca no les duele. Al contrario, su sistema libera endorfinas, ya que su madre los sujetaba así de cachorros. A pesar de todo, con el felino necesitarás ayuda de otra persona para que le agarre las patas.

Heridas y hemorragias

Una de las intervenciones más habituales de primeros auxilios para mascotas es tratar una herida con hemorragia. Y aquí viene muy bien disponer del mencionado botiquín.

Primero cortamos el pelo del animal alrededor de la herida. Después lavamos la zona con suero fisiológico y gasas –algodón no, porque se pega-. Y finalmente aplicamos agua oxigenada o yodo rebajados con agua para evitar quemaduras.

Si la hemorragia es abundante, debemos presionar la herida después de lavarla. Cuando ésta disminuya, y sin retirar el apósito, colocamos una venda sin apretar y esperamos a que llegue el veterinario.

Evidentemente, si la hemorragia es nasal no debemos tapar las vías. Lo que tenemos que hacer es humedecer un trapo con agua muy fría y ponérselo en el puente nasal. De esta forma provocaremos una vasoconstricción que ayudará a detener el flujo de sangre.

Otras intervenciones

Si nuestro amigo se cae o recibe un golpe fuerte, puede sufrir una rotura o dislocación. En este caso es preciso inmovilizarlo sobre una tabla o una manta. No hay que moverlo. Lo que sí podemos hacer es entablillar la extremidad afectada.

Los productos de limpieza y similares también suponen un riesgo para las mascotas, que pueden ingerirlos e intoxicarse. Éstos provocan quemaduras al ser tragados. Por eso, si nuestro perro o gato bebe alguno, no hay que hacerle vomitar.

Dentro de los primeros auxilios para mascotas, también debemos protegerlas de los golpes de calor. Tienes más información en este artículo.

Finalmente, nuestra mascota puede entrar en estado de shock tras sufrir alguno de los incidentes mencionados. Esto nos obliga a actuar con mucha rapidez, ya que existe riesgo de muerte. ¿Cómo hacer frente a esta situación?

Tenemos que acostar al animal de medio lado y estirar su cabeza para favorecer la entrada de aire y la circulación. Si no reacciona, debemos practicar la respiración artificial –levantando y abriendo un poco su hocico, y respirando en él- o el masaje cardíaco.

Un cursillo previo con nuestro veterinario de confianza puede ser muy útil y ahorrarnos un disgusto.