El Congreso prohibió hace un mes amputar la cola a los perros por estética o por mayor eficacia para cazar. Esta decisión ratifica el Convenio Europeo sobre Protección de Animales de Compañía… ¡de 1987!

Éste prohíbe las intervenciones quirúrgicas a mascotas para modificar la apariencia del animal o conseguir otros fines no curativos. E impide expresamente el corte o extirpación de la cola, orejas, cuerdas vocales, uñas y dientes.

No obstante, se pueden hacer excepciones si un veterinario considera necesario realizar una intervención no curativa. Bien por razones de salud, en beneficio del animal o para impedir su reproducción.

En estos casos, si el animal va a sufrir o a padecer dolores intensos, la intervención debe hacerse con anestesia. Asimismo, es preciso que la haga o supervise un veterinario.

Por su parte, las intervenciones que no requieran anestesia podrán ser efectuadas por una persona competente con arreglo a la legislación nacional.

Problemas de comunicación

Amputar la cola a los perros –y a los gatos, en menor medida- por motivos estéticos es penoso para nuestros amigos, como señala este informe.

El corte secciona cartílagos, vasos sanguíneos, nervios, piel y otros tejidos. Muchas veces se practica en animales jóvenes, sin anestesia. Y, además de dolor crónico, puede causar otro tipo de complicaciones, como atrofia de los músculos pélvicos e incontinencia fecal.

Además, como en cualquier intervención, puede haber complicaciones durante y después del procedimiento. Infecciones, sangrado excesivo, necrosis o problemas de cicatrización.

Asimismo, amputar la cola a los perros provoca problemas de movilidad y comunicación.

Por un lado, esta extremidad es una prolongación de la columna vertebral del animal, esencial para mantener el equilibrio. Los perros utilizan la cola como timón a la hora de correr, girar o hacer determinados movimientos.

Por otra parte, nuestro amigo emplea el rabo para enviar mensajes a otros congéneres. Se trata de un elemento importante en su sociabilización. Y si carece de cola, estará en desventaja.

Esta ausencia también afectará a su comunicación con los miembros humanos de la familia. ¿Cómo va a indicarnos que está contento, si no puede mover la cola?

Amputar la cola a los perros de caza

La costumbre de amputar la cola a los perros proviene de la época romana. El rabo hacía que estos animales fueran más vulnerables ante el ataque de una presa o un adversario, que podía agarrarlo por ahí. Cortarlo era la forma más sencilla de evitarlo.

Las primeras voces críticas contra estas intervenciones surgieron en el siglo XIX, cuando Sir William Youatt alegó en un ensayo la falta de necesidad de las mismas.

En la actualidad, vez son más los veterinarios, asociaciones, propietarios y políticos que se manifiestan en contra. No obstante, sigue habiendo puntos de fricción. Uno de ellos está en los perros de caza.

Durante el debate en el Congreso, el PP presentó una reserva –apoyada por PNV y en un inicio, por ERC- para poder amputar la cola a los perros de caza.

El objetivo era facilitar la labor de los animales que entran en madrigueras y evitar que pudieran enredarse en zarzas.

Sin embargo, la enmienda propuesta por el Gobierno no fue tenida en cuenta y se prohibieron, junto con las estéticas, este tipo de amputaciones.