Se acerca Fin de Año. Una fiesta en la que no pueden faltar los fuegos artificiales y efectos pirotécnicos varios, en mayor o menor medida. Y que no todos los miembros de la familia disfrutan. Porque si tu perro tiene miedo a los petardos, pasará un mal rato hasta que el ruido acabe. Y tú sufrirás con y por él.

Tres de cada diez perros sienten pavor ante los truenos, portazos, petardos y otros ruidos fuertes. Y cuando éstos se producen suelen reaccionar escondiéndose donde sea, escapando o saltando encima de sus dueños.

Mascota en peligro

Es cierto que todos sentimos en algún momento miedo a los petardos o los estruendos y nos sobresaltamos al oírlos. El problema de nuestra mascota es la exagerada respuesta emocional que manifiesta ante los mismos.

Y no nos referimos a que se meta temblando debajo de la cama –la mía pasó una Nochevieja escondida en la lavadora. Y tardamos horas en encontrarla-.

Un estruendo puede desencadenar en nuestro amigo comportamientos destructivos, que le llevan a romper lo que encuentra a su paso. O puede terminar atropellado o extraviado, si huye desorientado en pleno ataque de pánico.

Varios factores

Hay que tener en cuenta que nuestra mascota no entiende qué está ocurriendo. Ella ‘sólo’ escucha explosiones fuertes y repentinas, mientras celebramos que nuestro equipo ha ganado la Liga.

Además, su sentido del oído está más desarrollado que el nuestro. Lo que multiplica el problema y puede desencadenar hasta un colapso.

Nuestro amigo va adquiriendo el miedo a los petardos (mejor dicho, acustofobia) poco a poco, y debido a varios factores. En primer lugar hay aspectos genéticos. Existen razas de perro más tímidas, miedosas y sensibles a los estímulos externos.

Otro factor que juega en contra es un entrenamiento deficiente, que enseña al animal que los ruidos equivalen a problemas. En estos casos el perro actuará siempre como si estuviera ante un peligro.

Algunos consejos

Si sabes que el 31 de diciembre vas a encontrarte con este problema, te dejamos algunas recomendaciones para ayudarte.

Crea un refugio o un área de seguridad pequeña y oscura para tu amigo. Puedes utilizar una caja, su trasportín,… Yo utilizo una mantita de apego, que pongo en el baño con la luz apagada. Es la única habitación sin ventanas, y el ruido exterior llega más amortiguado.

En el resto de la vivienda, baja las persianas y cierra las puertas. Evitarás que entren ruidos y salga el animal, si se asusta mucho.

Ajusta los horarios. Si ese día hay fiesta y, por lo tanto, ruido (Nochevieja, cada vez más la Nochebuena, final de Champions,…), sal a dar un buen paseo con tu amigo antes de que empiece el jaleo. Y hazlo por una zona tranquila (si hay fútbol, por ejemplo, no vayas por la zona de bares). La caminata le ayudará a relajarse.

Mantén la calma. Nuestra actitud es fundamental en estos casos para transmitir seguridad. Si nos asustamos y mostramos miedo a los petardos y estruendos, el perro pensará que sucede algo malo. Y se estresará más.

Haga lo que haga nuestra mascota, está actuando de forma instintiva. No debemos reñirla, ni gritarla. Tampoco debemos actuar de manera distinta a la habitual, para no alertarla.

Juega con tu amigo. Prueba a lanzarle una pelota o un juguete. Así, no sólo desviarás su atención del ruido. También relacionará este último con algo positivo y no sentirá tanto miedo.