Puede que las tortugas no sean tan activas como un perro o un gato. Pero son unas mascotas estupendas para principiantes. Al enseñar a los niños a cuidar una tortuga, les ayudaremos también a asumir ciertas responsabilidades.

Una tortuga requiere menos atención y tiempo que un cachorro. Y nos permitirá testar cómo se enfrenta nuestro hijo a la tarea de cuidar a otro ser vivo.

Pero hay que tener en cuenta que se trata de un animal muy longevo. Antes de llevar uno a casa, hay que informarse sobre cómo cuidar una tortuga a lo largo de su vida.

Asimismo, calcula los gastos que te puede acarrear cubrir sus necesidades de hábitat, alimentación, higiene y salud. Para ponértelo un poco más fácil, te dejamos algunos consejos básicos.

Tortuga acuática

Existe la creencia de que cuidar una tortuga no requiere demasiado esfuerzo, pero no es cuestión de ‘relajarse’. Las tortugas precisan ciertos requisitos para crecer de manera saludable. No basta con un recipiente y unas hojas de lechuga.

El primer paso es montar un entorno adecuado a la especie. La más habitual como mascota es la tortuga acuática. Es la más sencilla de encontrar en tiendas especializadas y la que menos cuidados necesita. Asimismo, es más pequeña que las de tierra.

Estos animalitos necesitan un acuario con dos zonas. La acuática para nadar y la zona seca, más pequeña, de grava o arena, en la que secarse y calentarse. Además, debe haber una rampa para acceder de una a otra y algún lugar en el que puedan ocultarse.

Agua y temperatura

Respecto a la primera zona, si la tortuga es pequeña, bastará con unos 20 cms. de profundidad. La temperatura del agua debe estar entre los 20 y los 30 grados, aunque la idónea es entre los 25 y 28 grados.

Las tortugas no deben sufrir cambios bruscos de temperatura entre la del agua y la del exterior. Podrían enfermar, aletargarse –si baja de los 15 grados- o hibernar –si baja de los 10 o 5 grados-. Para evitarlo, se puede colocar un calentador de agua en el estanque.

También es habitual poner una bombilla de calor y una fuente de luz ultravioleta en la zona seca. Las tortugas utilizan esta iluminación para sintetizar vitamina D3 y generar calcio, puesto que son básicamente caparazón y hueso.

Por otro lado, debemos impedir que la tortuga sufra corrientes de aire. Debemos asegurarnos de que la altura de las paredes del acuario sea la correcta.

Las tortugas ensucian mucho porque producen muchos desechos. Por ello hay que cambiar el agua cada vez que sea preciso.

Puedes instalar un filtro y comprar algún producto específico para eliminar el mal olor. Y para eliminar el cloro, deja reposar el agua 24 horas antes de echarla al acuario.

Alimentación

Las tortugas suelen comer una o dos veces al día. En general son omnívoras. Toman carne, pescado y vegetales. No obstante, hay especies más carnívoras que otras.

Consulta en tu tienda de confianza qué tipo de pienso puedes darle y qué alimentos frescos puede tomar (trocitos de carne, gambas, insectos…).

No debe ingerir pienso para peces u otras mascotas. Los niños pueden echarle pequeños trozos de lechuga, pepino o zanahoria, pero es importante que no la sobrealimenten. Por otra parte, debes añadir un suplemento de calcio para reptiles.

Menores de 5 años

Cuidar una tortuga implica también mantener cierta precauciones.

Es muy importante lavarse bien las manos después de manipular la tortuga. Estos animales liberan salmonela a través de sus heces y podrías contraer salmonelosis.

Tampoco debes lavar sus recipientes en la cocina, ni dejar que se pasee libremente por ella y otras zonas de la casa.

Por el mismo motivo, no es recomendable tener una tortuga casa si hay menores de 5 años. Su sistema inmunitario no estará desarrollado del todo. Además, puede que cojan el animal y se lo lleven a la boca.

Las mujeres embarazadas y personas inmunodeprimidas también son grupos de riesgo.