Un gato es una mascota muy longeva que puede hacernos compañía entre 12 y 18 años. No obstante, si ya ha cumplido los 8, tenemos un animal de edad avanzada. Es hora de empezar a vigilar su salud. Por eso, vamos a ver algunos consejos para cuidar gatos ancianos que nos permitan mejorar su calidad de vida.

Desde que un gato es oficialmente viejo hasta que fallece, puede transcurrir un período muy largo de tiempo. Sobre todo si está mimado y protegido en casa. Y gracias a esas atenciones, precisamente, puede mantener una apariencia juvenil. No obstante, ésta no debe engañarnos y hacernos creer que no necesita cuidados específicos.

El deterioro de los gatos ancianos

Por el contrario, con 10 o 12 años de edad el organismo del gato comienza a resentirse. Sus huesos, músculos y órganos se hacen más lentos. Y como sucede con las personas, empieza a desarrollar dolencias como diabetes, artritis o enfermedades renales.

Más adelante, en torno a los 13-15 años, los gatos ancianos pueden sufrir problemas de oído y visión. Alternaciones de carácter –se vuelven más gruñones– e, incluso, mentales. Y suelen dormir más.

Con 15-16 años nos encontramos con una mascota octogenaria, que piensa y se mueve de forma lenta. Y que ya no está tan alerta como antes, además de padecer otros achaques.

La alimentación de los gatos ancianos

Para mejorar el bienestar de los gatos ancianos, podemos intervenir en cinco aspectos: alimentación, control veterinario, enfermedades, dolor y contacto.

El primero es fundamental, porque somos lo que comemos. Y nuestras mascotas, también. En este sentido, tenemos que evitar darle comida casera. Es mejor comprar productos específicos para gatos mayores, que son más equilibrados.

Estos productos les aportan taurina, necesaria para el correcto funcionamiento de sus órganos. Engordan menos, muy importante cuando el gato comienza a reducir paulatinamente su actividad física. Y cuidan su pelo y dentadura. Además, su textura es más apetecible.

Nuestro amigo también debe tener agua fresca y limpia. Y debe beber a menudo, para mantenerse bien hidratado. Si ves que bebe menos, puedes darle comida húmeda de vez en cuando. Pero si el problema se agrava, acude al veterinario.

Otros consejos

En este sentido, a partir de los 8 años un felino necesita dos revisiones veterinarias al año. Valora si te interesa cambiar de profesional, y acudir a un experto en gatos ancianos.

Éste realizará análisis de sangre y orina a nuestro gato, y controlará el estado de su tiroides. El hipertiroidismo es una dolencia común en los gatos mayores, así que es mejor detectarla cuanto antes.

Otra enfermedad habitual de los gatos ancianos es la gingivitis (inflamación de las encías) y la acumulación de placa bacteriana. Por ello, el veterinario también le hará una limpieza bucal con ultrasonidos.

Existen otras afecciones típicas de la edad, como la artrosis degenerativa, que causa dolor articular a nuestro amigo. Pero éste es difícil de detectar, porque los gatos son expertos en esconderlo.

Los felinos disimulan sus molestias para no llamar la atención de sus depredadores (en la vida salvaje, serían presa fácil). De ahí la importancia de contar con un veterinario experto en estos animales. Que sepa si el animal sufre, aunque no lo exteriorice, y le aplique un tratamiento.

Y mucho cariño

Ojo. Nunca debemos ofrecer a nuestro gato medicamentos humanos ni tratamientos naturales. Algo que nos puede parecer inofensivo, como el paracetamol, puede provocarle fallo hepático y la muerte.

Lo que sí debemos ofrecer a nuestro gato –y en abundancia- es mucho cariño. En esta etapa, en la que nuestro amigo nos necesita más que nunca, debemos cuidarlo con amor y mucha paciencia.

Tenemos que proporcionarle la energía suficiente para que mantenga su actividad física y paliar los achaques típicos de la edad. Y también debemos hacerle la vida más cómoda y sencilla.

Nuestro amigo se merece un cojín, bien mullido, cerca del radiador, para que descanse calentito. Que respetemos sus horas de descanso.Y, sobre todo, que le mimemos y acariciemos para que tenga una vejez feliz.